Cuando no quiere escuchar, se viste sólo con el collar y le odia
Frente al espejo hurga con una mano la sombra que no proyecta
Intentando componer una canción que rompa la baraja para poder así llevarle los trozos
Con un tacto suave de huida hacia la esquina que nunca le da tiempo a torcer
Resortes que cuelgan de una quimera
Cuando sonríe es suave, tremendamente guapo, como una Afrodita varonil que de golpe la coloca boca abajo
Regresar sin ninguna razón, con la estúpida obediencia al tiempo que se muere en ese segundo de dolor o se adelanta en un hábito asqueroso
Intuir la vida como un fuego que nace en la garganta y proclama la búsqueda incansable de un verbo que duerme en una página miserable
Se siente como una cualquiera esperando que la elija el azar para oler los pliegues húmedos de la noche
A ver cómo le explica que la quiere pero que no la soporta a su lado
Dibuja una línea muy fina para establecer la distancia, le sale torcida y es que sus dedos tienen intolerancia a las palabras
Esa ausencia dejó paso a unos dedos inútiles e inexpertos intentando infructuosamente escalar patéticas cimas
Como una señora, con mucho cuidado en no desvalijar los cuerpos más de lo debido, en no demorar las prisas lucrándose de placer ajeno
Abre las piernas y cose sus labios para no decir: “Quédate”
Le dijo que se adelantara y ella no dudó en que la seguiría
Se deja abrazar por el presente sin dejar de pensar en el futuro
El sonido de la piel como eco adormecido que desviste la mente de cualquier miserable tentación que pueda tener el corazón
Ese cuerpo tan vulnerable sujeta esas manos que acarician las cenizas de esta luz artificial para que jamás resbalen los hilos de entre la punta de los dedos
Y esas piedras a veces respiran pero agradecen el silencio que hace más bella la ausencia
Qué sabrá ella si se acobarda ante el reflejo de un párrafo que no formula preguntas
Algo que no contradiga las palabras que arrastra el viento hasta las regiones más devastadas de la alegría
A plena luz del día no le sirve con que le susurren al oído que la primavera ha llegado colmada de presagios
K se repite en secreto frente a una ventana desguarnecida
Cuando la encuentra, le saca una foto. Mañana saldrá a buscar otra palabra que le permita por fin entablar con sus semejantes un diálogo secreto e íntimo
Olas de papel se encrespan en lugares remotos de la escritura